COMO VESTIR EN UN OJEO DE PERDICES
COMO VESTIR EN UN OJEO DE PERDICES
“Tradición, cuero viejo, tonos verdes y camel, chaqueta Teba con
corbata de lana, zapatos o botas estilo artesanal con Zahones repujados,
éstos son los ingredientes para que un cazador vista con elegancia en
un Ojeo de Perdices o en una tradicional Montería, las dos modalidades
reinas de la caza en España”: José Luis Fernández Conradi
Durante los años de existencia de este blog habéis sido muchos los que
habéis pedido que se escribiera sobre la vestimenta del cazador. Sin
embargo, mi lejanía e ignorancia sobre el tema ha hecho que lo fuera
dejando. Pero para suerte de los amantes de esta disciplina mi buen
amigo y experto cazador José Luis Fernández Conradi, se brindó a
escribirme el mismo. Y si ya de por sí no fuera esto toda una suerte, su
hija, Lucia, licenciada en diseño de moda por el Instituto Europeo de
Diseño, experta en ilustración y colaboradora habitual de diseñadores
por todos más conocidos, se prestó a hacernos las ilustraciones que
acompañan a este artículo.
VERDE, QUE TE QUIERO VERDE
Dice Ortega, en su célebre prólogo al libro Veinte Años de Caza Mayor
del Conde de Yebes que "Cazamos para divertirnos o para alimentarnos".
Nos quedaremos aquí con la faceta de diversión señalada por el genial
filósofo y, dentro de divertirnos, entenderemos que hay muchos cazadores
a los que les gusta divertirse sin olvidar la elegancia en su
vestimenta.
La caza ha sido desde siempre una afición de Reyes, muy ligada a las
monarquías europeas. Nuestro Rey Carlos III la practicó ya desde muy
joven, aconsejado por su abuelo, el rey francés Luis XIV quien se la
recomendó como actividad para combatir la hipocondría, que en aquél
momento se consideraba un rasgo común y hereditario de los Borbones.
Carlos III pareció tomarse muy en serio las recomendaciones de su
abuelo, dejando muestra de su enrome afición por la caza y de su
elegante indumentaria para estos menesteres, nada menos que bajo la
magistral pintura de Goya, de quien podemos admirar el lienzo “Carlos
III, cazador” en el que se ve al monarca perfectamente ataviado con
casaca larga, color pardo, polainas y la banda del Toisón de Oro, con su
perro y escopeta.
Sin embargo, uno de los monteros más expertos de todos los tiempos, El Conde de Yebes, en el mencionado libro, en el año 1942 "da
por sentado que hoy seguimos monteando con arreglo a las mismas normas y
prácticas de hace cuatrocientos años, en los mismos terrenos, sin más
diferencia a nuestro favor que el perfeccionamiento del arma que
empleamos". Como veremos más adelante, en la caza mayor, la
tradición cobrara vital importancia, también en lo que a vestimenta se
refiere.
Una combinación adecuada es jersey de cachemira, camisa de villela y corbata de lana, en tonos verdes y camel.
Si nos centramos en el período de 1900-1929, las grandes cacerías
giraban en torno a S.M. el Rey Don Alfonso XIII, quien también marcaba
las tendencias en la vestimenta de caza. Solía utilizar trajes de lana
de tres piezas, con chaqueta amplia, chaleco y pantalón bombacho con
brillante y acordonada bota hasta la rodilla. Sombrero en la cabeza y
chaquetón tres cuartos o capa. La uniformidad era la nota dominante
entre casi todos los asistentes a las regias cacerías de ese momento,
copadas por la nobleza, entre los que destacaban grandes cazadores, como
el Marqués de Viana, Montero Mayor del Reino.
Tras la guerra civil, cuando vuelve a reactivarse la actividad
cinegética, se abre un periodo extraordinario para la caza de la perdiz
en España. Son los años del Gobierno de Franco, en los que la nobleza
sigue teniendo gran protagonismo en las grandes cacerías pero también se
incorporan políticos, altos militares, empresarios, ganaderos, toreros y
profesionales destacados. Entre los años 40 y 80 la caza, tanto mayor
como menor, cobra una gran importancia social en España. La vestimenta
de los cazadores es siempre elegante y formal, siempre se lleva corbata,
chaqueta e incluso trajes de tweed en cotos como La Cepilla, El
Castañar o la Encomienda de Mudela.
Merece especial atención esta popular prenda de caza, que puede
describirse como una chaqueta de lana, sin hombreras ni forro, con
solapas continuas, puños similares a los de una camisa, tres bolsillos y
una hilera central de cuatro botones. Debe su nombre a Carlos Mitjans,
Conde de Teba, llamado familiarmente Bunting y probablemente el mejor
tirador español de todos los tiempos.
Actualmente en su tienda del Paseo de Gracia de Barcelona, Bel tiene una foto dedicada del Conde de Teba, vistiendo la popular chaqueta mientras tira al pichón. La maestría de Teba en el tiro le llevó a ser campeón del mundo de tiro pichón y la chaqueta fue alcanzado gran popularidad.
El Conde de Teba, el mejor tirador
español de todos los tiempos, y Campeón del Mundo de Tiro Pichón, dio
lugar a la mítica chaqueta de lana que lleva su nombre.
Hoy día se fabrica en lana, cashmere, paño, tweed e, incluso, en lino y
algodón y en multitud de colores. Su uso ya no está reservado a la caza,
sino que con corbata se utiliza mucho en vestimenta de sport. Además de
Bel en Barcelona, en Madrid las confeccionan con gran estilo y calidad
Jaime Gallo, Denis y Montelys. En Zaragoza, Justo Jimeno ofrece también
unas Teba de espléndida factura que se venden hasta en New York o en
Hong-Kong a través de la selecta sastrería The Armoury.
EVOLUCIÓN DE LAS PRENDAS DE CAZA
En los años 50 empieza a popularizarse el Abrigo Loden, de origen
austriaco, en un tejido muy abrigado pero ligero, impermeable, con un
maravilloso color verde que podía mimetizarse en cualquier bosque
español. Además, las mangas, en la parte que se unen al cuerpo
presentaban unas ranuras que permitían al cazador gran facilidad de
movimiento en los brazos, para manejar la escopeta o el rifle con gran
soltura. Todavía quedan nostálgicos que lo utilizan y no es raro en
alguna montería ver unos o varios cazadores que conservan impoluto su
abrigo Loden, con quizás más de cuarenta años de servicio.
Después llegaron las chaquetas austriacas, marcas como Geiger pusieron
muy de moda este tipo de prendas, de una lana muy compacta y abrigada,
con una única fila central de botones metálicos, dos bolsillos y cuello
cerrado en redondo. Incluso se pusieron de moda en llamativos colores y
tuvieron gran aceptación entre aficionados a la caza y el campo pero
para usarlas en la ciudad, cuando vestían de sport.
Más tarde, ya en los años 80 aparecieron en España los chaquetones
encerados, de origen inglés, cuyo máximo exponente lo encontramos en la
marca Barbour, también una prenda mítica entre los cazadores,
seguramente todos hemos tenido en algún momento uno, si no varios. Se
trata de una prenda muy sufrida, impermeable con cuatro amplios
bolsillos frontales más uno trasero, a modo de zurrón, que podía servir
para guardar las piezas de caza. Su único inconveniente es que no abriga
demasiado, aunque se le podía acoplar un forro interior con el que
mejoraba bastante.
A la izquierda, la moda italiana, con
Beretta como máximo exponente, ofrece llamativas chaquetas y diseños
vanguardistas; a la derecha vemos un cazador que podría vestirse en
Holland&Holland o Purdey, máximos exponentes de la sastrería inglesa
en el mundo de la caza.
Finalmente, ya cerca de finales del siglo pasado llegan las nuevas
fibras, sintéticas pero caracterizadas por su ligereza, flexibilidad y
capacidad de abrigo. Estamos hablando de los forros polares y las botas
con goretex. Al principio su estética no estaba muy lograda, pero
últimamente firmas como Beretta o Aigle hacen algunas prendas
francamente bonitas, además de muy prácticas de cara al frio.
Haremos una breve descripción de las dos modalidades “reinas” de la caza
en España, el Ojeo de Perdices y la Montería, ya que, como veremos más
adelante, el arma, la vestimenta y el equipo del cazador varían bastante
de una a otra.
En el Ojeo, un grupo que puede oscilar entre 12 y hasta 50 personas,
llamados “ojeadores”, obligan a las perdices a volar por encima de la
“línea de puestos” en los que se encuentran los cazadores (denominados
“escopetas”) que pueden oscilar entre 6 y llegar hasta los 16/18.
En el momento en que las perdices pasan por encima de los puestos
pueden llevar una velocidad de 80 km/h (nótese que son más de 22 metros
por segundo) e incluso más y una altura que puede llegar a los 40/50
metros, por lo que el tiro en esta modalidad es mucho más difícil de lo
que algunos profanos en la materia podrían pensar, de ahí la gran pasión
que genera entre sus adeptos.
Clásico y tradicional estilo en zapatos y botas de los artesanos y talabarteros españoles, algo único en el mundo.
Normalmente, una cacería de perdices se practica en fincas que alternan
el monte bajo (con tomillo, romero y encina) con terrenos cultivables
que, según la época del año, pueden estar con la siembra nacida o en
barbecho, unas veces secos y otras embarrados e, incluso con escarcha o
placas de hielo.
El ojeo suele empezar con un desayuno en el caserío de la finca, para
después salir al campo, tomando un “taco” (aperitivo a medio día) y
seguir cazando por la tarde, en ocasiones casi hasta la puesta de sol.
Finalmente es normal una comida/cena también en la casa. Puede hacer
mucho calor, mucho frio, llover e incluso nevar no muy intensamente; de
ser muy intensa la nevada debe suspenderse la cacería.
Para el tiro en ojeo, el cazador, en esencia, necesita una gran libertad
de movimientos en cuerpo y brazos, mucha flexibilidad de cintura, una
estabilidad perfecta de los pies en el suelo y, en muchas ocasiones,
protegerse del sol en contra (que le dificultaría la visión). A esto
deberemos sumar, como norma general, que el cazador debe protegerse del
frío, ya que la temporada de caza menor (modalidad en la que se incluye
el Ojeo de perdiz) comienza a mediados de octubre y finaliza a primeros
de febrero. Las zonas geográficas donde más tradicionales del Ojeo de
Perdiz son Castilla La Mancha, Andalucía, Extremadura y algunas
provincias de Castilla y León, como Burgos, sin olvidar la Comunidad de
Madrid.
En el ojeo se caza con escopeta, normalmente del calibre 12, aunque
puede haber quien utiliza el 16 o el 20. Lo tradicional es usar “una
pareja de escopetas paralelas” (con los dos cañones a la misma altura) y
que el cazador esté asistido por uno o dos secretarios, personas que le
ayudan en la carga y en el cobro de las perdices. Se suelen utilizan
dos escopetas (aunque pueden llegar a ser hasta cuatro y seis) para que
justo cuando el cazador ha disparado los dos tiros, de forma muy rápida y
sincronizada, uno de los secretarios (llamado cargador) se la cambie
por otra escopeta cargada. con el objeto de que de forma inmediata,
pueda volver a tirar sobre otra perdiz.
Tras la caza en el campo, el atuendo
del cazador debe seguir a la altura de una reunión social, en muchos
casos alrededor de una chimenea.
CÓMO VESTIRSE PARA UN OJEO
El genial Miguel Delibes, en “Diario de un Cazador”, hace el siguiente comentario, la noche anterior a salir de caza: “He
sacado a la cocina las botas, los pantalones de dril, la camisa vieja,
la canana, la percha y la escopeta. No quisiera despertar a la vieja
cuando sala de madrugada”. Tras leer este párrafo podemos pensar que qué más hace falta para cazar.
No podemos olvidar que la caza es diversión, relax, evasión, disfrute y
otra serie de sensaciones muy personales que conducen a pasarlo bien.
Cazar en ojeo hoy día es un privilegio (más aún si se trata de perdiz
roja autóctona) y una excelente oportunidad de disfrutar de un estilo de
moda que mezcla lo informal con lo tradicional, lo práctico con lo
bonito y lo cómodo con lo útil.
Para ir a un ojeo de perdices el cazador deberá procurarse una
vestimenta y equipo que le cubran las necesidades ya mencionadas, pero
además deberá sentirse a gusto, disfrutar de todo lo que rodea a la pura
actividad cinegética. Un caballero que valore la elegancia en el vestir
y, además, sea cazador, tendrá una doble oportunidad de pasarlo bien
asistiendo a una jornada de esta exquisita modalidad de caza. Es muy
normal que la mayoría de los participantes suelan reunir esas dos
premisas, gusto por el buen vestir y por la caza, aunque siempre hay
excepciones.
Si empezamos por la cabeza, la gorra tipo inglés, con visera es lo más
cómodo. El calzado más elegante pueden ser los zapatos de cuero que
ofrecen los artesanos tradicionales, con cordones o hebilla y con
dibujos repujados a mano, normalmente tratados con grasa de caballo, lo
que los hará impermeables. Estos zapatos en muchos casos se hacen a
medida y son caros, pero su durabilidad, resistencia y comodidad una vez
“domados” los hará baratos a la larga. Una bota baja también es una
buena opción si se tiene algún problema de tobillo, ya que irá mucho más
protegido. Deberemos elegir un calcetín abrigado y si optamos por los
pantalones bombachos o knickers, las medias altas de colores vistosos
son una bonita elección.
La gorra con visera, tipo inglés, es muy adecuada para la caza en ojeo, ya que evita ser deslumbrados por el sol.
La corbata será siempre bienvenida en estas ocasiones. Lo más
recomendables son las de lana, tanto las lisas, las lisas con algún
estampado como las que llevan dibujos o motivos cinegéticos. En cuanto a
color deberemos buscar la sintonía entre camisa, que debe ser de
villela o lana fina y el Jersey, donde el cashmere es una buena opción
por lo abrigado y cómodo que resulta. Una camisa de cuadro pequeño en
color crudo, con corbata en tonos verdes y jersey beige puede ser una
acertada combinación, aunque hay muchas posibles.
Si llevamos chaqueta para los momentos más formales de la jornada, que
suelen ser el desayuno y la comida, una Teba en verde o camel siempre
quedará bien. Es muy normal, cuando se va a los puestos, cambiarse la
chaqueta por una prenda más abrigada y que deje más libertad de
movimientos, como puede ser un chaleco sin mangas y amplios bolsillos.
En cuanto a protección contra el frío, los chaquetones tres cuartos de
lana (tipo inglés) con amplias magnas son cómodos, sin olvidar los
Barbour y otros tipos de acolchados.
La tradición y elegancia de la sastrería inglesa están presentes también
en la vestimenta de caza. Son dos marcas armeras, verdaderamente
legendarias, las que a sus escopetas y rifles suman un amplio catálogo
de todo tipo de ropa y accesorios para el cazador. Se trata de Holland
& Holland (hoy día propiedad del Grupo Chanel) y de Purdey
(perteneciente actualmente al Grupo Richemont, dueño de grandes firmas
del mundo del lujo), ambas afincadas en el centro de Londres y que
ofrecen desde gorras y sombreros, chaquetones, trajes de dos y tres
piezas, pantalones bombachos y knickers, botas y zapatos, corbatas y
múltiples prendas específicas para la caza, como chalecos sin mangas que
incluso llevan una protección extra en el hombro derecho, para
amortiguar el golpe del retroceso del arma sobre el hombro.
Tampoco la moda Italiana queda fuera del mundo de la caza. Su máximo
exponente es la firma Beretta, en origen fabricante de escopetas, que
ofrece elegantes y atrevidas chaquetas, calzado muy abrigado y un gran
surtido de jerseys, camisas y corbatas, siempre en colores llamativos
que no nos harán pasar desapercibidos.
Comentarios
Publicar un comentario